Medrano

En sus propias palabras...

Empecé en esto de la música demasiado pronto, cuando uno no es del todo consciente de lo accidentado que está el camino que escoge. A los 11 años fundé con otros dos amigos de mi edad un grupo de “música ligera” en el que ejercí de cantante (cantamañanas, decían algunos mal paridos); duré más bien poco, y tal vez por eso desarrollé una brutal animadversión por los circuitos comerciales y de radiofórmula. Eran los esperanzadores principios de los 90, años fantásticos para la música en los que la suerte de tener un hermano conectado con la escena alternativa me permitió conocer de forma bastante precoz a bandas como Nirvana, Smashing Pumpkins, Sonic Youth, Fugazi…

La pasión por la música (y consecuentemente, la perdición) debió de llamar a mi puerta por aquel entonces, porque tres años después, un tío tocayo - al que probablemente había dado mucho el coñazo con mi vocación musical - me hizo el mejor regalo que me han hecho en la vida. Y digo “hecho” de forma literal, porque mi tío (que era carpintero) restauró con sus propias manos una vieja guitarra y me la dio para sorpresa mía y de mis padres, que recibieron con dudosa hospitalidad a la nueva y ruidosa inquilina en casa.

Éste escenario y una desmedida inspiración “metalhead” adolescente propiciaron que en 2001, con 15 años recién cumplidos, montase con mi hermano a la batería y otros dos amigos un grupo de Nu-Metal llamado Vortex. Éramos unos críos con unas ganas locas de tocar y de imitar a nuestros ídolos, pero poco a poco fuimos tomándonoslo más en serio y cinco años después, con el grupo ya disuelto, nos dimos cuenta de que así, a lo bobada, habíamos dado más de veinte conciertos y compuesto temas suficientes para un disco que nunca acabó de grabarse.

Un año después de la disolución de Vortex mi hermano y yo entramos a otra banda, esta vez de Hard-Rock, en la que volví a ocupar el puesto de cantante. Sonábamos de cojones, pero no nos duró la ilusión. Otro año más adelante, esta vez con 22 y exiliado en Córdoba, tuve el placer de tocar con un grupo llamado Nadabrovichtka, una banda de versiones de Iron Maiden, Megadeth, Pearl Jam… con dos de sus miembros traté por vez primera de sacar adelante unos temblorosos embriones de las composiciones que acabarían formando parte de mi actual repertorio.

De vuelta en León, en el verano de 2009, entré como guitarrista solista en la banda de flamenco-fusión Duendes Escapaos, con los que sigo a fuego en la actualidad, tratando de defender el que será nuestro primer disco.

De mientras, porque de algo hay que vivir y la música se paga mal, intento hacerme una trayectoria en solitario dando conciertos en acústico con mis composiciones, canciones ambiciosas que he cambiado de cara una y otra vez durante los últimos cinco años - y algunas atípicas versiones para deleite del respetable. Éste pasado verano (2010) di mis dos primeros conciertos en sendos bares de La Bañeza, y en noviembre estrené León en Fraguel Rock Bar.

Ésta vez, repitiendo escenario, planeo conquistar la ciudad con mi mezcla imaginativa de folk-rock, world music y jazz. Aunque he militado en mil bandas - las mencionadas en ésta breve biografía son sólo aquellas en las que duré más de un mes -, aún no he conseguido encontrar músicos para establecer de forma sólida este proyecto. Es por esta razón (y por otras que no vienen a cuento) que me hago llamar Medrano, como el gran circo parisino, simbolizando la vida itinerante del músico que, como los artistas circenses, ha de viajar de ciudad en ciudad buscando un sitio donde resida la magia; a veces saltando al vacío de los acróbatas, a veces riendo la carcajada de los payasos, pero siempre domando a la fiera - en éste caso, la música - y en la soledad terrible del sujeto frente a la audiencia.

www.myspace.com/medranomusica

Prensa: Cultural.es |

- 16 de Octubre de 2014 -